viernes, 16 de octubre de 2009

El modernismo- Rubèn Darìo

Creen y aseguran algunos que es extralimitar la poesía y la prosa, llevar el arte de la palabra al terreno de otras artes, de la pintura verbigracia, de la escultura, de la música. No. Es dar toda la soberanía que merece al pensamiento escrito, es hacer del don humano por excelencia un medio refinado de expresión, es utilizar todas las sonoridades de la lengua en exponer todas las claridades del espíritu que concibe.
Un exceso de arte no puede sino ser un exceso de belleza. Se sabe lo que es el arte. Luego hay ojos tan miopes, hay juicios tan extraños, que pueden confundir en un rasgo, o en un amontonamiento de adornos, a un Benvenuto con Churriguera.
Con fuerza y gracia, ahí está el encanto, señores.
Y es don muy raro.
Juntar la grandeza o los esplendores de una idea en el cerco burilado de una buena combinación de letras; lograr no escribir como los papagayos hablan, sino hablar como las águilas callan; tener luz y color en un engarce, aprisionar el secreto de la música en la trampa de plata de la retórica, hacer rosas artificiales que huelen a primavera, he ahí el misterio. Y para eso, nada de burgueses literarios, ni de frases de cartón.
En castellano hay pocos que sigan aquella escuela casi exclusivamente francesa.
Pocos se preocupan de la forma artística, del refinamiento; pocos dan -para producir la chispa- con el acero del estilo en esa piedra de la vieja lengua, enterrada en el tesoro escondido de los clásicos; pocos toman de Santa Teresa, la doctora, que retorcía y laminaba y trenzaba la frase; de Cervantes, que la desenvolvía armoniosamente; de Quevedo, que la fundía y vaciaba en caprichoso molde, de raras combinaciones gramaticales. Y tenemos quizá más que ninguna otra lengua un mundo de sonoridad, de viveza, de coloración, de vigor, de amplitud, de dulzura: tenemos fuerza y gracia a maravilla. Hay audaces, no obstante, en España y no faltan -gracias a Dios- en América.
¡He aquí a Riquelme, a Gilbert en Chile!
Se necesita que el ingenio saque del joyero antiguo el buen metal y la rica pedrería, para fundir, montar y pulir a capricho, volando al porvenir, dando novedad a la producción, con un decir flamante, rápido, eléctrico, nunca usado, por cuanto nunca se han tenido a la mano como ahora todos los elementos de la naturaleza y todas las grandezas del espíritu.
No nos debilitemos, no empleemos ese procedimiento con polvos de arroz y con hojarascas de color de rosa, a la parisiense -hablo con los poquísimos aficionados-, pero empleemos lo bello en otras esferas, en nuestra literatura que empieza. ( 1988)
En Obras desconocidas de Rubén Darío, ed. R. Silva Castro

martes, 13 de octubre de 2009

El modernismo de Rubèn Darìo


"¿Por qué aún está vivo? ¿Por qué, abolida su estética, arrumbado su léxico precioso, superados sus temas y aun desdeñada su poética, sigue cantando empecinadamente con su voz tan plena? Sería cómodo decir que se debe a su genio, sustituyendo un enigma por otro. ¿Por qué tantos otros más audaces que él, de Tablada o Huidobro, no han opacado su lección poética, en la cual reencontramos ecos anticipados de los caminos modernos de la lírica hispánica? ¿Por qué otros tantos que con afán buscaron a los más no han desplazado esa su capacidad comunicante, a él que dijo no ser "un poeta de muchedumbres"? ¿Por qué ese lírico, procesado cien veces por su desdén de la vida y el tiempo que le tocó nacer, resulta hoy consustancialmente americano y sólo cede la palma ante Martí?
Para interrogar su paradojal situación no hay sino su poesía, como él lo supo siempre: "como hombre he vivido en lo cotidiano; como poeta, no se claudicado nunca". ANGEL RAMA,en Rubén Darío Poesía, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1977.

SELECCION DE POEMAS:


CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA

A ROOSEVELT ,

YO PERSIGO UNA FORMA

CAUPOLICÁN

NOCTURNO