lunes, 18 de mayo de 2009

El eclipse-AGUSTO MONTERROSO



Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

domingo, 17 de mayo de 2009

corpus de textos: justificaciòn

Los textos breves que constituyen el corpus se articulan en torno al problema de la relaciòn entre la cultura de los pueblos originarios y la cultura letrada , nos interrogamos còmo las tradiciones arcaicas emergen en el presente de la literatura latinoamericana. Frente a una concepciòn del silencio, la desapariciòn y la pèrdida de su cultura , nos proponemos leer còmo son productoras activas de una literatura mestiza. El proceso de circulaciòn cultural, de diàlogo e intercambio recibe la denominaciòn de transculturaciòn.
La idea de la “transculturación” procede del antropólogo cubano Fernando Ortiz, quien escribe en 1940 Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar. Ortiz distinguía netamente entre la “aculturación” y la “transculturación”. La primera es el proceso por el cual una cultura dominada recibe pasivamente ciertos elementos de otra, por lo que en ella misma se presenta una cierta “deculturación”. En cambio, la “transculturación” es el proceso por el cual una cultura adquiere en forma creativa ciertos elementos de otra, es decir, a través de ciertos fenómenos de “deculturación” y otros de “neoculturación”.
En 1944 Mariano Picón Salas retoma las ideas de Ortiz en su libro De la conquista a la
independencia. Su capítulo cuarto se titulaba “De lo europeo a lo mestizo. Las primeras formas de transculturación” y en él se refiere a “la penetración de la cultura europea en los centros urbanos desde el siglo XVI y a las distintas formas que asume el trasplante cultural en las diversas áreas culturales del continente”.
Angel Rama asumió la idea de la “transculturación” y la empezó a desarrollar en su artículo de 1971 “Los procesos de transculturación en la narrativa latinoamericana”. Aquí entendía la transculturación narrativa como una alternativa al regionalismo que se acantona en los productos ya alcanzados de la propia cultura rechazando todo aporte nuevo foráneo, y el vanguardismo, caracterizado por la vulnerabilidad cultural.
Frente a estas opciones, la transculturación narrativa opera según Rama gracias a una “plasticidad cultural” que permite integrar las tradiciones y las novedades: incorporar los nuevos elementos de procedencia externa a partir de la rearticulación total de la estructura cultural propia, “apelando a nuevas focalizaciones dentro de su herencia” (208). Los ejemplos que ponía el autor de narradores de la transculturación eran: José María Arguedas, Juan Rulfo, J. Guimaraes Rosa y G. García Márquez. En un artículo publicado póstumamente estudió también el caso de un cuento de Augusto Roa Bastos.
Años después, en 1982, Rama amplió considerablemente su artículo de 1974, agregó otros textos del mismo año y un poco posteriores, y escribió otros nuevos para la parte final del libro, con lo que compuso el volumen Transculturación narrativa en América Latina (1982 b).
Las principales operaciones que se efectúan en la transculturación son cuatro: pérdidas, selecciones, redescubrimientos e incorporaciones. “Estas cuatro operaciones son concomitantes y se resuelven todas dentro de una reconstrucción general del sistema cultural, que es la función creadora más alta que se cumple en un proceso transculturante” (1982 b).

RAMA, Angel

1974 “Sistema literario y sistema social en Hispanoamérica”, en: Varios,
Literatura y praxis en América Latina. Caracas: Monte Avila: 81-107
1982a La novela latinoamericana 1920-1980. Bogotá: Procultura
1982b Transculturación narrativa en América Latina. México: Siglo XXI se puede consultar en
http://www.google.com.ar/search?hl=es&rlz=1W1GGLJ_en&q=transculturaci%C3%B2n+narrativa+%2B+Ortiz&btnG=Buscar&meta=lr%3Dlang_es